viernes, 16 de abril de 2010

El engaño

Un reflejo en la sombra de tus ojos desmaquillaron
La noche en que fui descubriendo tu aliento.

Una sola gota de llanto anuda mis recuerdos
Como un solo relámpago mina el horizonte.

Henchido de nostalgia por un instante amargo
He olvidado la vida y la familia por momentos.

He rociado mi sien de pensamientos fúnebres
Donde anida el volumen del recuerdo doloroso.

A veces recuerdo las extensiones de tus palabras,
Transpiraban en mi piel desde tu boca dividida
Como en un valle el eco de una voz encarcelada.

En el recodo del desaliento penetro inconsolablemente
Como en un pasadizo subterráneo lleno de escombros.

Una sola gota de llanto anuda mis recuerdos,
Solamente una gota.

jueves, 15 de abril de 2010

Carta

Estás lejos y al sur,
Allí no son las cuatro.

Recostada en tu silla,
Apoyado en la mesa del café
De tu cuarto,
Tirada en una cama,
La tuya o la de alguien
Que quisiera borrar,
Estoy pensando en ti... no en quienes buscan
A tu lado lo mismo que yo quiero.

Estoy pensando en ti ya hace una hora
Tal vez media, no sé.

Cuando la luz se acabe,
Sabré que son las nueve,
Estiraré la colcha,
Me pondré el traje negro
Y me pasaré el peine.

Iré a cenar, es claro.

Pero en algún momento
Me volveré a este cuarto,
Me tiraré en la cama
y entonces tu recuerdo,
Qué digo... mi deseo de verte
Que me mires,
Tu presencia de mujer que me falta en la vida
Se pondrán
Como ahora te pones en la tarde,
Que ya es la noche
A ser
La sola única cosa
Que me importa en el mundo.

miércoles, 14 de abril de 2010

El olvido

Cuando una boca suave boca dormida besa,
Como muriendo entonces,
A veces, cuando llega más allá de los labios,
Los párpados caen colmados de deseo,
Tan silenciosamente como conciente el aire,
La piel con su sedosa tibieza pide noches
Y la boca besada en su inefable goce pide noches, también.

Ah, noches silenciosas, de oscuras lunas suaves,
Noches largas, suntuosas, cruzadas de palomas,
En un aire hecho manos, amor, ternura dada,
Noches como navíos…

Es entonces, en la alta pasión, cuando el que besa,
Sabe a demasiado, sin tregua, y ve que ahora
El mundo le deviene un milagro lejano,
Que le abren los labios aún hondos estíos,
Que su conciencia abdica,
Que está por fin él mismo olvidado en el beso,
Y un viento apasionado le desnuda las sienes,
Es entonces, al beso, que descienden los párpados,
Y se estremece el aire con un dejo de vida,
Y se estremece aún,
Lo que no es aire, el haz ardiente del cabello,
El terciopelo ahora de la voz, y, a veces,
La ilusión ya poblada de muertes en suspenso.